Salía de una fiesta de amigos confiada, del brazo de una amiga cantando y riendo. La escasa luz de la luna poco iluminaba las calles vacías esa noche de invierno. La noche es bella pero también traicionera y sus risas ocultaron unas ruedas frenando que aparcaron justo delante de ellas sin que, ni tan solo, se dieran cuenta. No pudieron reaccionar al verse acorraladas, por los oscuros portadores de la muerte, por delante y por detrás, lujuriosas sus caras. Ni tiempo tuvieron de pensar qué les esperaba. Atadas las manos, y fuertemente amordazada, sufría por dentro los ahogados gritos de la amiga cuyas fuerzas poco a poco se debilitaban aceptando, sin remedio, su cruel destino y esperando el propio, llorando resignada. Ahora yacen juntas para siempre bajo la hierba. En cambio, de sus violadores, ya no se habla, ¡pero ellas siguen bajo tierra!
(enero 2021)