Tu abuelo me regala el brillo de sus ojos cada madrugada, por eso le regalé un poema, versos escritos al aire una mañana. Otros ojos también me cautivaron cuando se abrieron por primera vez, de eso hace ya treinta seis años, ¡los ojos negros de tu madre! ¿Sabes? Ya te quería antes de nacer, Deseaba, impaciente, tenerte en mis brazos y descubrir el color que sospechaba que, quizás, tus ojos tendrían. ¡Son negros, sí! Ojos grandes y negros desafiando los verdes de tu padre. Y yo espero el día en que poder abrazarte para hundirme dentro de tu mirada.
(24 de octubre 2020)
(Dedicado a mi nieto Marc, en plena pandemia del coronavirus)